10 ejemplos de sesgo egoísta

El sesgo egoísta es una tendencia de las personas a atribuir el éxito a factores internos relacionados con ellos mismos y culpar de los fracasos a factores externos. Simplemente hablando, tomamos el crédito por el éxito y negamos la culpa por el fracaso.

Es un mecanismo para proteger nuestra autoestima. Correcta o incorrectamente, el sesgo egoísta nos permite mantener la confianza y continuar persiguiendo nuestras metas. Reconocer la responsabilidad de demasiados fracasos puede ser perjudicial para nuestro bienestar psicológico.

El sesgo egoísta se manifiesta a diario, sin importar cuán importante o trivial sea la tarea en cuestión. Lo utilizamos para ayudarnos a lidiar con todo, desde un accidente de tráfico hasta un matrimonio fallido.

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    Definición de sesgo egoísta

    Una de las primeras definiciones del sesgo egoísta establece que las personas:

    “…son propensos a alterar nuestra percepción de causalidad para proteger o mejorar nuestra autoestima. Atribuimos el éxito a nuestras propias disposiciones y el fracaso a fuerzas externas” (Hastorf, Schneider y Polefka, 1970, pág. 73).

    Weiner (1974) amplió considerablemente esta definición y agregó que los factores internos a menudo incluyen referencias a la habilidad y el esfuerzo, mientras que los factores externos involucran la dificultad de la tarea y la suerte.

    La dimensión interna/externa se combina con la estabilidad y el control. Por ejemplo, un éxito puede deberse a factores internos, estables y controlables, como la capacidad, mientras que un fracaso puede deberse a factores externos e incontrolables, como la dificultad de la tarea o la mala suerte.

    El sesgo egoísta también está estrechamente relacionado con los conceptos de locus de control interno (creer que tiene el poder de tener éxito y fracasar) y locus de control externo (culpar a factores externos por su éxito o fracaso).

    Ejemplos de sesgo egoísta

    1. Los campeones jactanciosos

    El sesgo egoísta se puede ver en los deportes con bastante facilidad. Después de ganar un campeonato, el equipo ganador atribuirá su victoria al trabajo duro, la confianza y jugar bien cuando realmente lo necesitaban.

    Todos estos son factores internos. Las razones del éxito se deben a los propios jugadores. Cuando atribuimos una victoria a nuestras cualidades personales, proporciona un gran impulso a nuestra autoestima.

    Es muy poco probable que una persona del equipo ganador diga que ganó porque tuvo suerte ese día, los árbitros hicieron muchas malas decisiones o porque el otro equipo no jugó bien. Eso le quita la gloria de la victoria a los ganadores al atribuir la victoria a factores externos.

    2. Culpar a otros por no conseguir el trabajo

    Solicitar un trabajo es un poco arriesgado para nuestra autoestima, especialmente si es uno que realmente queremos. Si la empresa no nos contrata, puede ser un duro golpe para nuestra confianza en nosotros mismos. Entonces, tenemos que hacer algo para protegernos psicológicamente.

    Ahí es donde entra en juego el sesgo egoísta.

    Podríamos atribuir el rechazo a que el entrevistador no reconoce nuestro valor; no poder dar respuestas claras porque la secretaria seguía interrumpiendo; o a la empresa no le gusta contratar gente de nuestra edad o perfil demográfico.

    La lista de razones para no conseguir el trabajo puede ser interminable, pero siempre que cada una apunte a factores externos que no nos involucren a nosotros, podemos aminorar el golpe a nuestra autoestima.

    3. Culpar a los demás de tu accidente de tráfico

    ¿Cuántas veces has visto un accidente automovilístico y ambas partes se están señalando con el dedo? Por lo general, nadie está dispuesto a admitir la culpa. Por supuesto, eso puede deberse a múltiples razones. Aceptar la culpa puede significar recibir una multa y aumentar las tarifas del seguro. Nadie quiere eso.

    Sin embargo, no aceptar la responsabilidad de causar un accidente también es una forma de protegernos psicológicamente. Si fue nuestra culpa, significa que no estábamos prestando atención o hicimos un giro equivocado, lo que implica que somos un mal conductor.

    Entonces, usar un sesgo egoísta y encontrar razones externas para el accidente es una práctica común en este tipo de situaciones.

    4. Ser presumido acerca de una puntuación alta en un examen

    Hacer exámenes es parte de la vida. Cada curso, cada semestre, cada año, los exámenes no se pueden evitar. Cuando le va muy bien en un examen, es una gran oportunidad para el sesgo egoísta.

    Inmediatamente atribuimos nuestra puntuación al hecho de que somos inteligentes o que dedicamos mucho tiempo a estudiar. Incluso podríamos decir que el tema es algo en lo que somos naturalmente buenos.

    Estas explicaciones apuntan a factores internos para el resultado. Eso nos ayudará a sentirnos bien con nosotros mismos y le dará un buen impulso a nuestra confianza.

    Por supuesto, podría haber otras razones, como que el examen fue fácil o que tuvimos suerte porque el maestro solo hizo preguntas que realmente estudiamos. Pero si atribuimos esas razones, entonces nos quita el viento de nuestras velas y no nos beneficia tanto.

    5. Culpar a los compañeros por desempeñarse mal en un proyecto grupal

    Trabajar con otros en un proyecto de grupo es un arma de doble filo.

    Por un lado, todos aportan diferentes habilidades a la mesa y eso puede dar como resultado un proyecto completo y exhaustivo. Por otro lado, todos tienen una personalidad y un nivel de motivación diferente, y eso puede generar conflictos interpersonales y la pérdida de elementos vitales del proyecto.

    Si el proyecto no sale bien, entonces el sesgo egoísta nos permitirá encontrar suficiente culpa para repartir alrededor de la mesa. Podemos señalar a aquellos que no completaron su trabajo, o completaron su trabajo pero no muy bien. Puede haber demasiadas disputas, mal liderazgo o algunos miembros del equipo simplemente eran seres humanos difíciles.

    Identificar estos factores externos es una buena forma de protegernos de las desagradables consecuencias psicológicas que conlleva el fracaso.

    6. Culpar a los estudiantes por las bajas evaluaciones de los cursos

    Los profesores universitarios suelen hacer que los estudiantes evalúen sus cursos al final del período. Por lo general, esto implica un formulario de evaluación que pregunta sobre el nivel de preparación del profesor para cada clase, su capacidad para explicar temas difíciles, la imparcialidad de los exámenes, etc.

    Si un profesor recibe notas particularmente malas, puede asestarle un tremendo golpe a su orgullo. Eso podría ser demasiado para manejar. Afortunadamente, el sesgo egoísta puede venir al rescate.

    El profesor podría explicarle al decano que los estudiantes estaban desmotivados y no dedicaron suficiente tiempo a los exámenes. Por lo tanto, se desempeñaron mal, lo que condujo a malas evaluaciones del curso. O bien, el profesor podría señalar que el curso es uno de los más desafiantes del programa y que las evaluaciones suelen ser bajas, sin importar quién lo enseñe.

    Estas explicaciones pueden ser exactas o no, pero cumplen una función protectora.

    7. Culpar a la tecnología de nuestros fracasos

    Como profesor universitario, escucho esto todo el tiempo. Un estudiante dirá "¡oh, el corrector ortográfico debe haber causado ese problema en mi ensayo!" En realidad, sigue siendo tu culpa: ¡debiste haberte revisado la ortografía!

    Sin embargo, cuando la tecnología nos sirve bien, rara vez decimos "¡oh, no fui yo, fue Grammarly quien me dio esa gran calificación!" Por supuesto que no, nos damos palmaditas en la espalda por nuestro arduo trabajo.

    La tecnología termina siendo el chivo expiatorio de las entregas tardías de ensayos, las malas calificaciones, una pésima entrevista en línea y el incumplimiento de los plazos en el trabajo. ¡Sin embargo, todas las cosas buenas que hace por nosotros a menudo se atribuyen a nuestro propio genio!

    8. Discordia marital (culpar a su esposo o esposa)

    Casarse es una de las decisiones más importantes que una persona tomará en su vida. La mayoría de nosotros ponemos todo lo que tenemos en un matrimonio, psicológica, emocional y económicamente. Cuando las cosas no van bien, puede ser devastador y, a menudo, atribuimos gran parte de la culpa a nuestra pareja.

    Es difícil aceptar la culpa cuando las cosas van mal. Estar equivocado significa estar mal. Nadie quiere ser el malo en un matrimonio y responsable de la destrucción de algo que se suponía que era tan hermoso y eterno.

    Esta es una de las razones por las que podemos ver que el sesgo egoísta juega un papel tan destacado en la discordia marital. Cada persona en el matrimonio culpa a la otra y se ve a sí misma como la que se esfuerza tanto por hacer que las cosas funcionen.

    9. Éxito y fracaso empresarial

    Convertirse en empresario requiere mucha confianza. También requiere mucho tiempo, energía y recursos financieros. Muchos emprendedores dejan buenos trabajos y arriesgan todo lo que tienen.

    Es un proceso largo y arduo pasar de una tienda en su garaje a alquilar varios pisos de oficinas y contratar a cientos de personas. Hay muchos éxitos y fracasos en el camino.

    En cierto sentido, es un escenario perfecto para ver el sesgo egoísta en todas sus manifestaciones. Los fracasos pueden atribuirse a las malas condiciones del mercado, a los capitalistas de riesgo que carecen de conocimiento o a las regulaciones gubernamentales que son demasiado restrictivos. Los éxitos, por otro lado, se deben al trabajo duro, un excelente liderazgo y una increíble capacidad para anticipar tendencias.

    10. Cumplir los objetivos de ventas

    Las ventas son un trabajo difícil. No importa qué tipo de industria, mirar a alguien a los ojos y tratar de convencerlo de que gaste su dinero en algo que usted tiene no es una tarea fácil. Se necesita confianza, persistencia y grandes habilidades de comunicación. Tener un buen producto también ayuda.

    Con tanto en juego, no es de extrañar que los vendedores sean tan buenos en el sesgo egoísta. Tienen que ser. Sin ella, su confianza implosionaría; acercarse a otra persona para lanzar sería demasiado intimidante.

    Es por eso que podemos ver florecer el sesgo egoísta en los vendedores. Cada rechazo se enfrenta con una identificación inmediata de todos los posibles factores externos que crean la falla. Mientras que una venta exitosa puede producir un brillo en los ojos y un salto en el paso porque tienen un talento especial para hablar con las personas y persuadirlas para que firmen en la línea de puntos.

    Conclusión

    En un mundo lleno de desafíos constantes, el sesgo egoísta juega un papel vital en nuestra vida diaria. Protege nuestra autoestima de ser destruida después de un fracaso y nos da la confianza que necesitamos para seguir adelante cuando tengamos éxito.

    Ya sea que la situación sea tan importante como el matrimonio o tan rutinaria como los resultados de otro examen, el sesgo egoísta nos ayudará a lidiar con el resultado.

    Es implementado por personas de todos los ámbitos de la vida; desde las generaciones más antiguas de personas que intentan descargar una aplicación de la “interweb”, hasta el emprendedor más joven que trabaja en el garaje de sus padres. El sesgo egoísta llegó para quedarse.

    Referencias

    De Michele, P., Gansneder, B. y Solomon, G. (1998). Atribuciones de éxito y fracaso de los luchadores: más evidencia del sesgo egoísta. Revista de Comportamiento Deportivo, 21(3), 242.

    Hastorf, A., Schneider, D. y Polefka, J. (1970). percepción de la persona. Lectura, Massachusetts: Addison-Wesley.

    Heider, F. (1982). La psicología de relaciones interpersonales. Prensa de Psicología.

    McAllister, HA (1996). Sesgo egoísta en el aula: ¿Quién lo muestra? ¿Quién lo sabe? Revista de Psicología Educativa, 88(1), 123–131.
    https://doi.org/10.1037/0022-0663.88.1.123

    Tomás, O. (2018). Dos décadas de investigación del sesgo cognitivo en el espíritu empresarial: ¿qué sabemos y hacia dónde vamos desde aquí? Revisión de la gestión trimestral, 68(2), 107-143.

    Warach, B., Josephs, L. y Gorman, BS (2019). ¿Son los tramposos hipócritas sexuales? La hipocresía sexual, el sesgo egoísta y el estilo de personalidad. Boletín de Personalidad y Psicología Social, 45(10), 1499-1511.
    https://doi.org/10.1177/0146167219833392

    Weiner, B. (1974). La motivación de logro y la teoría de la atribución. Morristown, Nueva Jersey: General Learning Press.

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