11 ejemplos de sesgos cognitivos
El hecho es que la mayoría de nosotros sobreestimamos nuestras habilidades de pensamiento. Creemos que somos objetivos en nuestro análisis y un buen juez de la precisión y credibilidad de la información.
Desafortunadamente, ese no es realmente el caso. La mayoría de las personas están llenas de prejuicios en sus juicios y, a menudo, sacan conclusiones inexactas.
Esto se llama sesgo cognitivo. Es un sesgo en nuestro pensamiento que es sistemático, lo que significa que regularmente hacemos este sesgo como si fuera una conclusión lógica y objetiva, aunque no lo sea.
Hay muchas razones para nuestros análisis defectuosos. A veces es un mecanismo de defensa que protege nuestra autoestima. En otras ocasiones, simplemente porque se necesita mucho esfuerzo cognitivo para ser preciso. Es más fácil pensar menos.
Los ejemplos de sesgo cognitivo incluyen el sesgo de optimismo (predecir en exceso la probabilidad del mejor resultado) y el sesgo egocéntrico (estar sesgado hacia los resultados que nos benefician a nosotros mismos).
Definición de sesgo cognitivo
Como a la gente le gusta conservar energía y pensar requiere mucho esfuerzo, tomamos muchos atajos. Estos atajos en nuestro pensamiento se denominan sesgos cognitivos. Un sesgo cognitivo se define como un error inconsciente en el pensamiento.
Es completamente involuntario y automático. La razón por la que las personas tienen sesgos cognitivos es porque simplemente no hay tiempo suficiente para realizar un análisis extenso de cada situación que encontramos, especialmente en los tiempos modernos cuando la vida es tan ocupada.
Estamos literalmente bombardeados con grandes cantidades de información a diario, incluso minuto a minuto. Si tratáramos de someternos a un análisis exhaustivo y objetivo de todas las entradas que encontramos, sería enloquecedor. Por lo tanto, necesitamos sesgos cognitivos.
Ejemplos de sesgo cognitivo
1. Sesgo de confirmación
Este sesgo puede ser el sesgo más frecuente de todos. Es nuestra tendencia a buscar información que confirme nuestras creencias.
Por ejemplo, solo ver canales de noticias que sean consistentes con su ideología política. Cuando esto suceda, solo escucharemos noticias que confirmen nuestras opiniones.
Otro ejemplo es cuando solo seguimos a ciertas personas en las redes sociales con las que estamos de acuerdo en varios temas sociales. Eso significa que cada día veremos publicaciones que sean consistentes con nuestra perspectiva.
El desafortunado resultado de tener un fuerte sesgo de confirmación es que es poco probable que siquiera consideremos puntos de vista opuestos. Esto puede darnos una visión muy limitada del mundo. Aunque puede aumentar nuestra autoestima pensar que los demás están de acuerdo con nosotros, también nos impide crecer como personas.
2. El efecto halo
Cuando tenemos una impresión positiva de alguien porque es bueno en un área, tendemos a pensar que también es bueno en otras áreas.
También se aplica a nuestro pensamiento sobre sus rasgos de personalidad o desempeño laboral.
Por ejemplo, si a un gerente realmente le gusta el entusiasmo de cierto empleado, esa impresión puede cegarlo un poco y darle una revisión de desempeño muy favorable. Es posible que esa persona en realidad no sea un miembro de alto rendimiento del equipo, pero el efecto halo significa que se evalúa favorablemente en otros dominios de trabajo.
El efecto halo tiene muchas aplicaciones, incluso en marketing y comportamiento del consumidor, desempeño en el aula y varios tipos de competencias que involucran a jueces.
3. Sesgo de optimismo
Este sesgo es muy sencillo: es nuestra tendencia a pensar que es poco probable que nos sucedan cosas malas.
Aunque podemos ver a otras personas sufrir consecuencias negativas a nuestro alrededor, este sesgo nos impide concluir que también sufriremos ese destino.
Algunos ejemplos incluyen: creer que viviremos hasta una edad muy avanzada, aunque muchos de nuestros antepasados hayan muerto jóvenes, o que tendremos éxito en el mercado de valores aunque la mayoría de la gente fracase miserablemente.
Si bien muchos sesgos son relativamente inofensivos, hay muchos escenarios en los que tener el sesgo optimista puede tener consecuencias desastrosas.
4. Error fundamental de atribución
Tendemos a atribuir las acciones de los demás a su personalidad. Entonces, cuando vemos a alguien tener un accidente automovilístico, es probable que concluyamos que es un mal conductor.
Cuando vemos personas en una fila de desempleo, nuestro primer pensamiento podría ser que son perezosos o carecen de motivación.
Los psicólogos han identificado varias razones para este sesgo. Una es que cuando estamos observando el comportamiento de otra persona, en realidad no estamos al tanto de mucha información sobre la situación. Por ejemplo, la persona en el accidente automovilístico puede haberse cortado en el tráfico antes de que llegáramos allí.
Además, se necesita tiempo y esfuerzo para pensar en la situación de otra persona, y una cosa que sabemos es que las personas pueden ser pensadores muy perezosos. Simplemente es más fácil hacer una declaración general sobre otra persona en lugar de ejercer un gran esfuerzo cognitivo tratando de analizar todos los posibles factores involucrados.
5. Sesgo de conformidad
Las personas son animales sociales. En muchos sentidos, ese es un rasgo muy beneficioso. A veces, sin embargo, puede conducir a un comportamiento impactante. El sesgo de conformidad es la tendencia de las personas a estar de acuerdo con el grupo.
En lugar de usar nuestro juicio personal y nuestros estándares morales internos, la presencia de tantas otras personas abruma nuestro juicio. Un ejemplo involucra la presión de los compañeros que los adultos jóvenes pueden sentir para beber o participar en comportamientos riesgosos. Otro ejemplo es cuando somos testigos de que alguien es maltratado por otros, podemos comenzar a participar también.
Ir contra la corriente requiere coraje, puede implicar algunas consecuencias negativas muy fuertes y requiere que resistamos la presión de conformarnos. Todos estos son obstáculos difíciles de superar.
6. Sesgo egoísta
Este sesgo realmente beneficia nuestra autoestima. Es la tendencia a atribuir el éxito a factores internos y los fracasos a factores externos.
Entonces, si nos ha ido bien en un proyecto en el trabajo, atribuiremos ese éxito a nuestro talento y trabajo duro. Sin embargo, si el proyecto falla estrepitosamente, es probable que identifiquemos factores externos como la causa.
El sesgo egoísta es exactamente lo que dice; es egoísta. Al darnos crédito por el éxito y evitar la culpa por el fracaso, estamos protegiendo nuestra autoestima. Es una especie de mecanismo de defensa.
Por supuesto, tiene un inconveniente. Si negamos la responsabilidad por un fracaso, puede que nos impida aprender de nuestros errores y mejorar. También puede hacernos quedar mal a los ojos de los demás porque nos negamos a admitir nuestras faltas.
7. Efecto de falso consenso
La mayoría de la gente tiene una creencia muy fuerte de que otras personas comparten sus opiniones. A menudo pensamos que los demás están de acuerdo con nosotros, aunque no hayamos realizado ninguna encuesta sobre el tema. Esto se conoce como efecto de falso consenso.
Se puede ver en una amplia gama de escenarios. Por ejemplo, cuando se discuten temas controvertidos, la gente suele decir que "la mayoría de la gente" está de acuerdo con ellos. Esto puede hacernos un poco cerrados a escuchar opiniones divergentes porque las descartamos como poco comunes.
Una de las razones por las que la gente cree en un falso consenso es porque tendemos a socializar con personas que comparten puntos de vista. Por lo tanto, tiene sentido que con el tiempo tengamos la impresión de que la mayoría de la gente está de acuerdo con nosotros.
8. La heurística de disponibilidad
Tomar decisiones precisas y bien pensadas puede ser difícil. Especialmente cuando los problemas son complicados y hay mucho en juego. Puede haber mucha presión también.
Los científicos sociales se han esforzado mucho en investigar cómo las personas toman decisiones. Un hallazgo clave es que es fácil para las personas confiar en la información que está más disponible en su mente. Esto significa que la información que llama la atención es más fácil de recordar. Desafortunadamente, eso no significa que la información sea muy útil. Puede que ni siquiera sea exacto.
Capacitar a las personas para que tomen decisiones precisas es vital en muchas profesiones, como la medicina, las inversiones y los negocios, y la política exterior.
9. El efecto de contraste
El efecto de contraste distorsiona nuestra percepción de algo como resultado de compararlo con un ejemplo anterior que es excepcionalmente bueno o malo.
Las diferencias entre los dos ejemplos se perciben como más extremas de lo que realmente son.
Por ejemplo, un gerente de recursos humanos puede tener una pila de currículos para considerar para un nuevo puesto. Si el primero es de un candidato altamente calificado con antecedentes estelares, es probable que el currículum que sigue sea juzgado de manera menos favorable.
El efecto de contraste también se suele utilizar como técnica de venta. Al presentarle a un cliente una versión extremadamente pobre de un producto, la próxima presentación parecerá mucho mejor. En comparación, el segundo parece superior.
10. El sesgo actor-observador
Este sesgo cognitivo tiene que ver con la forma en que percibimos las acciones de los demás y de nosotros mismos. En términos generales, atribuimos nuestro comportamiento a factores externos, pero las acciones de los demás a las internas.
Por ejemplo, si sufrimos un período de desempleo, es posible que podamos generar muchas razones para ello. La mayoría de esas razones se deben a factores fuera de nuestro control, como una mala economía o muchas pocas vacantes.
Sin embargo, es posible que no seamos tan generosos cuando la situación se trata de otra persona. Podríamos pensar que están desempleados porque son vagos o carecen de las habilidades necesarias para conseguir un trabajo.
Este sesgo puede dar lugar a muchos malentendidos y discusiones entre las personas, pero es bastante difícil de superar. Tener empatía y ser capaz de ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona ayuda.
11. Sesgo retrospectivo
El sesgo retrospectivo es un sesgo que ocurre cuando miras algo que ya sucedió y dices "¡eso era obvio!"
A menudo nos hace más críticos porque podemos decir con aire de suficiencia que nos habría ido mejor en la situación. Decimos “wow, esa persona fue tonta por haber hecho eso, ¡no predijeron el futuro!” Por lo general, esas personas en la situación no podían predecir el futuro y, probablemente, hicieron lo mejor que pudieron.
Un ejemplo de sesgo retrospectivo es el mariscal de campo del lunes por la mañana. Se trata de una persona que, al día siguiente de un partido deportivo, juzga lo mal que jugaron los futbolistas. Del mismo modo, podría ser alguien que mira hacia atrás en una selección del mercado de valores y dice: “¡Esa fue una decisión terrible! ¿No predijiste que la economía se iba a derrumbar?
Conclusión
Los sesgos cognitivos son numerosos. Resulta que las personas no son tan buenas en el pensamiento crítico y el análisis objetivo como creen. Casi todos los días de nuestra vida están llenos de prejuicios y juicios erróneos.
Podemos ver estos sesgos en juego cuando observamos el comportamiento de otras personas y exageramos su responsabilidad. Mientras que, al mismo tiempo, somos perfectamente capaces de examinar las causas de nuestras propias acciones de manera justa y sin juicio.
Algunos sesgos protegen nuestra autoestima y sirven como una especie de mecanismo de defensa. Cuando fallamos es por factores externos que no pudimos controlar, pero cuando ganamos es por nuestro inmenso talento y naturaleza trabajadora.
Bueno o malo, los sesgos cognitivos están aquí para quedarse mientras los humanos sean humanos, o hasta que se implanten chips de IA en nuestra corteza.
Referencias
Dardenne, B. y Leyens, J. (1995). El sesgo de confirmación como habilidad social. Boletín de Personalidad y Psicología Social, 21(11), 1229–1239
Nisbett, RE y Wilson, TD (1977). El efecto halo: evidencia de alteración inconsciente de los juicios. Revista de Personalidad y Psicología Social, 35250-256.
Tversky, A. y Kahneman, D. (1973). Disponibilidad: un tipo de heurística para juzgar la frecuencia y la probabilidad. Psicología Cognitiva, 5(2), 207-232. Weiner, B. (1985). Una teoría atribucional de la motivación de logro y la emoción. Revisión psicológica, 92(4): 548–573.
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