El yo del espejo: 10 ejemplos y definición (Sociología)
El yo del espejo es un concepto desarrollado por el sociólogo estadounidense Charles Horton Cooley que establece que los individuos forman su visión de sí mismos en función de cómo creen que se ven ante los demás.
Esencialmente, sugiere que para entendernos a nosotros mismos, primero debemos intentar entender cómo nos ven otras personas y usar este conocimiento para dar forma a nuestras propias identidades personales.
El concepto consta de tres componentes:
- Las imaginaciones de cómo uno aparece a otra persona
- La imaginación de cómo uno es juzgado por esa persona.
- Los sentimientos generados por estas imaginaciones
Un ejemplo simple sería si alguien se imaginara a su compañero de clase dándole una mirada de aprobación por responder correctamente una pregunta en clase.
Los llevaría a desarrollar una mejor opinión sobre sí mismos, ya que confirma que alguien más los encuentra inteligentes y competentes.
El yo del espejo ayuda a los humanos a comprenderse a sí mismos considerando lo que otros piensan de ellos y sacando conclusiones de esos pensamientos.
En última instancia, este concepto proporciona información sobre cómo las personas construyen sus identidades sociales y por qué es tan importante para ellos mantener relaciones positivas con quienes los rodean.
Definición del yo del espejo
El yo del espejo postula que las identidades de las personas se basan en cómo se perciben a sí mismas a través de los ojos de los demás.
Es un concepto sociológico emergente de la perspectiva interaccionista y que informa la teoría de la identidad social.
Según Thompson y sus colegas (2019), el término yo del espejo se usa para:
“…describir el proceso en el que los individuos usan a otros como espejos y basan sus conceptos de sí mismos en lo que les es reflejado durante la interacción social” (p. 91).
Este concepto involucra tres componentes: 1) las imaginaciones de cómo uno aparece ante otra persona, 2) la imaginación de cómo esa persona lo juzga a uno, y 3) los sentimientos generados a partir de estas imaginaciones (Baumeister & Bushman, 2017).
Estos tres elementos se combinan para dar forma al sentido de sí mismo de un individuo, particularmente dentro de las relaciones sociales, ya que es importante formar y mantener conexiones positivas entre los individuos y comprenderse mejor a uno mismo.
Rousseau (2002) afirma que:
“…el concepto del yo del espejo demuestra que la relación consigo mismo, o cómo uno se ve a sí mismo, no es un fenómeno solitario sino que incluye a los demás” (p. 86).
Si las personas quieren entender quiénes son realmente, primero deben mirar los reflejos que otros brindan y luego usar esos reflejos para comprender su propia identidad.
Simplemente, el yo del espejo resume la idea de que las personas crean su propia identidad al percibir cómo se ven ante los demás.
10 ejemplos del yo del espejo
- Aparentar más confianza en una entrevista debido a las miradas de aprobación del panel de entrevistadores: En este ejemplo, una persona puede pensar que se desempeñó mal durante la entrevista de trabajo, pero al recibir miradas de aprobación de sus entrevistadores, puede obtener una mejor opinión de su propio desempeño.
- Sentirse avergonzado al pronunciar un discurso después de notar las miradas y comentarios de desaprobación de alguien.: Esta situación podría hacer que el individuo sea consciente de su capacidad para hablar en público y que se perciba a sí mismo como inadecuado en tales situaciones.
- Ser consciente de las propias elecciones de moda al conocer gente nueva por primera vez.: Si alguien se da cuenta de que otra persona le da una mirada de aprobación o le hace un cumplido a su atuendo, podría hacer que se sienta mejor con respecto a su sentido del estilo.
- Tratar de evitar el contacto visual con extraños por temor a que sean juzgados negativamente.: Aquí, los sentimientos del individuo hacia sí mismo están ligados directamente a cómo cree que se ve ante los demás y cómo cree que será percibido por quienes lo rodean.
- Enorgullecerse de completar tareas de forma independiente después de provocar la admiración de amigos y familiares.: Recibir elogios por los logros puede hacer que alguien se sienta orgulloso de sí mismo, aumentando así su autoestima.
- Volverse tímido o retraído cuando se enfrenta a un grupo de personas desconocidas debido a la ansiedad sobre cómo aparece uno frente a extraños: Aquí, esta persona está preocupada de no parecer socialmente competente, lo que la lleva a sentirse inadecuada en comparación con todos los que la rodean.
- Percibir los comentarios negativos de conocidos como ataques personales, incluso si la otra persona involucrada no pretendió o insinuó ninguno.: Esta situación puede llevar a un individuo a creer lo que se dijo, independientemente de si esto realmente se quiso decir o no, lo que lo lleva a desarrollar sentimientos negativos hacia sí mismo como resultado.
- Actuar de manera diferente dentro de diferentes círculos sociales dependiendo de quién está siendo observado o juzgado en un momento dado.: En este caso, el individuo adapta su comportamiento según con quién está y qué tipo de imagen quiere transmitir, evitando posibles juicios por parte de los presentes.
- Sentirse inadecuado si alguien interactúa con otro en lugar de con uno mismo porque implica que uno no es lo suficientemente interesante para la atención de la otra persona.: Aquí, un individuo percibe que algo anda mal con él; de lo contrario, ¿por qué alguien elegiría a otra persona por encima de ellos?
- Ganar confianza en conversaciones en línea (p. ej., aplicaciones de mensajería) es más fácil ya que los signos físicos de timidez o ansiedad no son visibles: Este caso permite a las personas concentrarse en elaborar respuestas bien pensadas sin preocuparse por parecer torpes o reservados, lo que lleva a una mejor comunicación general.
Orígenes del yo del espejo
La teoría del yo del espejo fue propuesta por primera vez por el sociólogo estadounidense Charles Horton Cooley en 1902 en su libro Naturaleza humana y el orden social (Cooley, 2017).
Cooley (2017) propuso que los individuos crean sus propias identidades en función de cómo se perciben a sí mismos a través de los ojos de los demás.
El concepto del yo del espejo no es del todo nuevo y puede verse que se deriva de la idea del filósofo Immanuel Kant sobre el "autoconocimiento" y la noción del psicólogo William James sobre el "yo social" (Mclean & Syed, 2016)
Sin embargo, fue Cooley (2017) quien desarrolló aún más este concepto al proponer tres componentes que conforman el sentido de identidad de un individuo.
Incluyen 1) imaginación de cómo le parece uno a otra persona, 2) imaginación de cómo esa persona lo juzga a uno, y 3) sentimientos generados a partir de estas imaginaciones.
Cooley (2017) también argumentó que si bien cada individuo puede formarse su propia opinión sobre sí mismo, es probable que las opiniones formadas al percibirse a sí mismo a través de los ojos de los demás tengan una mayor influencia en la formación y el mantenimiento de la identidad.
Por lo tanto, le damos más importancia que nunca a mantener relaciones saludables con quienes nos rodean, ya que nuestras percepciones sobre nosotros mismos están fuertemente influenciadas por ellas.
Impacto de la teoría del yo del espejo en los individuos
La teoría del yo del espejo tiene un gran impacto en las personas, tanto psicológica como socialmente, desde cómo las personas desarrollan su sentido de identidad hasta cómo interactúan con los demás.
Para explorar cómo es este el caso, veamos los tres componentes del sentido de uno mismo propuestos por Charles Horton Cooley:
1. Imaginación de cómo aparece uno ante otra persona
La opinión que uno tiene sobre sí mismo está muy influenciada por la forma en que uno piensa que se ve ante los demás (Cooley, 2017).
Por ejemplo, si alguien percibe que sus compañeros lo perciben como demasiado franco o intimidante, entonces puede tomar medidas para presentarse de manera diferente para que los demás puedan tener una visión más favorable de él.
2. Imaginación de cómo uno es juzgado por esa persona
Este componente se enfoca en la percepción del individuo respecto a cómo cree que lo juzga otra persona (Cooley, 2017).
Si una persona cree que no está cumpliendo con las expectativas de otra persona, podría sentirse inclinada a sentirse decepcionada consigo misma, lo que podría manifestarse en otros sentimientos como la inseguridad y la duda.
3. Sentimientos generados a partir de estas imaginaciones
La imaginación de cómo se ve uno ante otro y cómo esa persona lo juzga puede generar diversas emociones, como miedo, orgullo, vergüenza o vergüenza, según la situación en cuestión (Cooley, 2017).
Por ejemplo, si una persona recibe elogios de otra persona por completar una tarea con éxito, podría hacer que se sienta orgullosa y agradecida por sus capacidades.
Por otro lado, si un individuo siente que sus compañeros desaprueban algo sobre ellos (ya sea comportamiento o perspectiva), podría avergonzarlos o avergonzarlos, dañando su autoestima.
Crítica de la teoría del yo del espejo
Los críticos de la teoría del yo del espejo señalan que pone demasiado énfasis en las opiniones de los demás al formar la identidad y el sentido de uno mismo. (Allen y Henderson, 2017).
Puede verse como problemático en los casos en que las personas están en transición a la edad adulta, ya que pueden sentirse presionados para ajustarse a los estándares o expectativas de la sociedad para encajar en los grupos sociales.
Además, esta teoría podría conducir a sentimientos de inadecuación para aquellos que luchan por cumplir con ciertas expectativas que les imponen sus compañeros o familiares; o incluso una falta de comprensión para aquellos que no sienten la necesidad de conformarse.
Como tal, se argumenta que la identidad de un individuo debe formarse primero desde adentro en lugar de ser un mero reflejo de lo que otros piensan sobre ellos.
Los críticos también argumentan que esta teoría no considera ciertas cuestiones, como los prejuicios y la discriminación, que influyen en gran medida en las percepciones que los individuos tienen de sí mismos a través de los ojos de otra persona (Mcnair, 2004).
Por ejemplo, si alguien pertenece a un grupo minoritario, puede sentirse ignorado o invisible debido al estigma que rodea a su grupo, lo que influye en la forma en que se percibe a sí mismo. O, de manera similar, pueden sentir que están presionados para ajustarse al estereotipo de la minoría modelo.
Conclusión
La teoría del yo del espejo, desarrollada por Charles Horton Cooley, destaca el impacto de las percepciones de otras personas en el concepto de sí mismo y la formación de identidad de un individuo.
Al comprender los tres componentes de esta teoría, imaginar cómo le parece uno a otra persona, cómo esa persona lo juzga y los sentimientos generados por estas imaginaciones, uno puede comprender mejor la dinámica social que influye en su sentido de sí mismo.
Si bien la teoría tiene críticos que argumentan que enfatiza demasiado las opiniones externas, sigue siendo un concepto importante para comprender cómo las personas forman y mantienen sus identidades.
Reconocer el yo del espejo puede ayudar a las personas a navegar en las relaciones sociales, adaptarse a diferentes situaciones y fomentar una comprensión más profunda de su autopercepción.
Referencias
Allen, KR y Henderson, AC (2017). Teorías familiares: fundamentos y aplicaciones. Nueva York: Wiley Blackwell.
Baumeister, RF y Bushman, BJ (2017). Psicología social y naturaleza humana.. Los Ángeles: Cengage Learning.
Cooley, CH (2017). Naturaleza humana y el orden social. Londres: Routledge. (Obra original publicada en 1902)
Mclean, KC y Syed, M. (2016). el manual de oxford de desarrollo de identidad. Oxford: Prensa de la Universidad de Oxford.
Mcnair, R. (2004). La autoestima de los estudiantes y el yo del espejo: percepciones de apoyo emocional, modelos a seguir y éxito académico en un campus universitario comunitario. https://core.ac.uk/download/pdf/38903988.pdf
Rousseau, N. (2002). Yo, símbolos y sociedad: lectura clásica en psicología social. Nueva York: Rowman & Littlefield.
Thompson, WE, Hickey, JV y Thompson, ML (2019). La sociedad en el punto de mira: una introducción a la sociología. Nueva York: Rowman & Littlefield.
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