15 ejemplos de ética de la virtud
La ética de la virtud es una filosofía moral y una teoría de la ética normativa que enfatiza el carácter y los rasgos de personalidad de los individuos en lugar de sus acciones.
En lugar de preguntar si una acción es correcta o incorrecta, la ética de la virtud se enfoca en evaluar las cualidades del individuo y cultivar estas nobles características para alcanzar el mejor resultado posible.
Por ejemplo, alguien que practica la ética de la virtud podría analizar los rasgos de carácter de un individuo, como la honestidad, la inteligencia y la compasión, antes de decidir cuál es la mejor manera de responder en una situación determinada.
Puede resultar en decisiones diferentes a las que se toman al emplear un enfoque consecuencialista para evaluar los resultados probables de acciones específicas.
Por lo tanto, la ética de la virtud enfatiza la importancia de cultivar buenas cualidades de carácter en lugar de confiar únicamente en la evaluación de los resultados potenciales al tomar decisiones. Requiere que las personas asuman la responsabilidad personal de sus acciones y luchen por la excelencia en todos los aspectos de la vida.
Definición de ética de la virtud
La ética de la virtud es un tipo de teoría moral que se centra en el carácter de los agentes más que en sus acciones.
Sostiene que el comportamiento ético de un individuo debe medirse por sus características basadas en rasgos, como la honestidad, el coraje y la sabiduría, más que por las consecuencias de sus acciones o los deberes particulares que está obligado a obedecer.
Este enfoque enfatiza el cultivo de buenas virtudes dentro de las personas para lograr resultados deseables (Hu & Shen, 2018).
Según Sharma (2021),
“…la ética de la virtud es un término amplio para las teorías que enfatizan el papel del carácter y la virtud en la filosofía moral en lugar de cumplir con el deber o actuar para lograr buenas consecuencias” (p. 74).
La ética de la virtud puede verse como un sistema ético teleológico que adopta un enfoque orientado a objetivos hacia la moralidad. Este objetivo es desarrollar rasgos deseables en los individuos que conducirán a un bien mayor para la sociedad en su conjunto (Duignan, 2011).
También se basa en conceptos de la filosofía antigua, como la concepción de Aristóteles de la media áurea, que establece que la virtud se encuentra en la moderación entre dos extremos.
Simplemente, la ética de la virtud se ocupa de desarrollar buenos rasgos de carácter en las personas y ayudarlas a convertirse en las mejores versiones de sí mismas.
15 ejemplos de ética de la virtud
- Lealtad: Ser fiel, confiable y dedicado a algo oa alguien. Requiere un compromiso para ayudar a otros a tener éxito y trabajar juntos por objetivos comunes a pesar de la dificultad.
- Coraje: La capacidad de actuar a pesar del miedo, la adversidad o el peligro. Puede incluir valentía física pero también valentía moral, como defender lo que uno cree que es correcto y justo, incluso cuando puede ser impopular.
- Honestidad: Ser veraz y sincero en todos los aspectos de la vida. La honestidad incluye ser abierto con los demás sobre los desacuerdos o errores en lugar de intentar encubrirlos.
- Compasión: Tener empatía por la difícil situación de los demás y la voluntad de llegar con comprensión y asistencia. La compasión a menudo se considera la base del comportamiento altruista, como las donaciones caritativas o el voluntariado.
- Paciencia: La capacidad de soportar penalidades o situaciones desagradables sin perder los estribos. La paciencia a menudo se considera clave para resolver conflictos de manera pacífica o crear relaciones productivas con los demás.
- Sabiduría: La capacidad de pensar profundamente y usar el juicio basado en la experiencia. La sabiduría implica comprender cómo encajan las partes de un problema en lugar de centrarse simplemente en detalles aislados.
- Amabilidad: Actuar con generosidad, mansedumbre y preocupación por los demás. La amabilidad requiere más que simplemente ser amable, sino que implica buscar activamente oportunidades para ayudar a quienes te rodean que pueden estar luchando o necesitan ayuda.
- Integridad: Vivir de acuerdo con los propios principios sin importar el costo. La integridad implica asumir la responsabilidad de sus acciones, cumplir las promesas y tener un conjunto coherente de valores, independientemente de las circunstancias o la presión social.
- Humildad: Reconocer las propias limitaciones sin dejar de reconocer las fortalezas personales. La humildad puede implicar admitir cuando nos equivocamos, elogiar los logros de los demás en lugar de los nuestros, y no colocarse uno mismo por encima de los demás.
- Respeto: Valorar los derechos, creencias, sentimientos, necesidades, preferencias y opiniones de uno mismo y de los que le rodean. El respeto requiere tratar a todos de manera justa, independientemente de su origen, raza, identidad de género, etc.
- Gratitud: Apreciar a las personas, las cosas y las experiencias en la vida de uno y expresar agradecimiento. La gratitud puede conducir a una mayor sensación de bienestar y una perspectiva más positiva de la vida.
- Perdón: Dejar ir la ira o el resentimiento hacia alguien que te ha hecho daño. El perdón puede ayudar a sanar las relaciones y promover la paz interior.
- Creatividad: Pensar fuera de la caja y encontrar soluciones únicas a los problemas. La creatividad implica asumir riesgos y aceptar el fracaso como parte del proceso de aprendizaje.
- Justicia: Defender lo que es justo y equitativo, y defender los derechos de todas las personas. La justicia implica luchar contra la discriminación, la desigualdad y la opresión.
- Determinación: Tener el impulso y la persistencia para lograr las metas propias a pesar de los obstáculos o contratiempos. La determinación implica trabajo duro, enfoque y resiliencia frente a los desafíos.
Historia de la ética de la virtud
La ética de la virtud tiene sus raíces en el pensamiento filosófico griego y romano antiguo, particularmente en los escritos de Aristóteles, Sócrates y Platón.
Aristóteles propuso su teoría de la ética de la virtud en el siglo IV a. C., sugiriendo que los humanos deben guiarse por su carácter en lugar de reglas o regulaciones externas (Armstrong, 2007).
Argumentó que cultivar ciertos hábitos y rasgos, conocidos como virtudes, era esencial para vivir una vida ética y alcanzar un estado de eudaimonía (florecimiento humano).
Los escritos de Sócrates influyeron en el desarrollo de la ética de la virtud aristotélica.
Enseñó que ser sabio significaba conocerse a uno mismo y lo que hace feliz o triste a una persona. Se centró en la reflexión interna en lugar de seguir reglas, una idea radical para su época (Van Hooft & Athanassoulis, 2014).
Platón también contribuyó al desarrollo de la ética de la virtud en sus escritos. Por ejemplo, sugirió que luchar por la justicia y la armonía dentro de uno mismo era más importante que seguir reglas o leyes externas (Armstrong, 2007).
En el siglo I a. C., el filósofo romano Marco Aurelio escribió extensamente sobre el estoicismo, enfatizando el comportamiento virtuoso en oposición a las rígidas reglas externas.
Creía que todas las emociones debían suprimirse en favor de la razón y la lógica para lograr el equilibrio emocional (Van Hooft & Athanassoulis, 2014).
En tiempos recientes, Immanuel Kant propuso su versión de la ética de la virtud, que enfatizaba la autodisciplina por encima de todo.
Su teoría sugería que si las personas actuaban con voluntades armoniosas, podrían tomar decisiones éticas sin recurrir a pautas o códigos morales externos (Hill, 2012).
Hoy en día, la ética de la virtud sigue influyendo en el pensamiento ético. Se ha incorporado a muchas teorías filosóficas modernas, como el utilitarismo y la deontología.
Al desarrollar fuertes virtudes como el coraje, la bondad, la humildad y el respeto, las personas pueden convertirse en mejores versiones de sí mismas mientras influyen positivamente en la sociedad.
Conceptos centrales en la ética de la virtud
La ética de la virtud, originaria de Platón y Aristóteles, consta de tres ideas principales: Aretê (excelencia), Eudaimonia ("felicidad" o "bienaventuranza") y Phronêsis (sabiduría práctica). Como resultado de estos conceptos centrales, la ética de la virtud se ha utilizado durante siglos para ayudar a las personas a vivir sus vidas de manera virtuosa.
Aquí hay una breve descripción de estos conceptos:
1. Virtud (areté)
Este concepto se refiere a la genuina excelencia moral del carácter. Es una cualidad interna que se manifiesta en acciones y actitudes externas.
Los ejemplos de virtudes incluyen el coraje, la bondad, la honestidad, la justicia y la templanza. Una persona virtuosa encarna estas cualidades y actúa con integridad incluso cuando se enfrenta a la tentación o la adversidad (Green, 2016).
2. Eudaimonia (“felicidad” o “florecimiento humano”)
Este concepto se basa en la idea de que los seres humanos deben llevar una vida llena de propósito y significado. Se trata de ser fiel a uno mismo mientras se vive de acuerdo con los valores y creencias propios para alcanzar un estado de satisfacción.
Ejemplos de comportamiento impulsado por la eudaimonía serían cuidar su salud al participar en actividades físicas o buscar relaciones significativas con amigos y familiares que potencian nuestro sentido de pertenencia (Fowers, 2016).
3. Sabiduría práctica (phronêsis)
Este concepto se centra en la importancia de la toma de decisiones racionales basadas en evidencia empírica y razonamiento lógico.
Implica comprender las consecuencias de las propias acciones y tener buen juicio ante dilemas morales o conflictos de intereses (Kinsella & Pitman, 2012).
Los ejemplos incluyen sopesar los pros y los contras antes de tomar una gran decisión o ser capaz de pensar críticamente sobre diferentes situaciones desde múltiples perspectivas para encontrar un resultado justo.
Formas principales de la ética de la virtud
Los investigadores contemporáneos identifican tres formas principales de ética de la virtud, incluida la ética del cuidado, las teorías basadas en agentes y el enfoque del eudaimonismo, todas enfatizando diferentes aspectos de vivir una vida éticamente recta.
Aquí hay una breve descripción de cada uno:
1. Ética del cuidado
Este enfoque de la toma de decisiones éticas se centra en el cuidado de los demás, en particular de las personas vulnerables, como los enfermos, los ancianos o los discapacitados (Timpe & Boyd, 2015).
Por ejemplo, cuando un médico tiene la tarea de tratar a un paciente terminal, debe considerar tanto los deseos del paciente como sus propias obligaciones para brindar una atención médica y éticamente sólida.
En este ejemplo, la decisión moral del médico podría estar influenciada por su sentido de empatía, compasión y justicia en lugar de simplemente seguir leyes o reglamentos.
2. Teorías basadas en agentes
Este tipo de ética de la virtud enfatiza la importancia de los agentes individuales y los roles sociales. Cuestiona los puntos de vista tradicionales sobre la moralidad, centrándose en grupos grandes o principios abstractos en lugar de acciones individuales (Timpe & Boyd, 2015).
Un ejemplo sería una persona que elige seguir una carrera profesional basada en sus propios valores en lugar de lo que la sociedad espera que haga.
Al hacerlo, asumen la responsabilidad de sus propias decisiones y muestran fortaleza de carácter, un aspecto importante de la ética de la virtud.
3. Enfoque eudaimonista
El eudaimonismo es un marco ético basado en la filosofía griega antigua. Postula que los individuos deben luchar por la autorrealización mediante el desarrollo de virtudes como el coraje, la templanza y la sabiduría para llevar una buena vida (Fowers, 2016).
Por ejemplo, si una persona se enfrenta a una situación difícil que involucra un conflicto personal entre dos personas cercanas, el eudaimonismo sugiere que debe encontrar una solución que implique una comunicación clara y respeto mutuo.
Este enfoque pone menos énfasis en el castigo o la retribución y más énfasis en encontrar un resultado justo que permita que todos los involucrados prosperen.
Crítica de la ética de la virtud
Si bien la ética de la virtud es un enfoque bastante popular para la toma de decisiones éticas, tiene algunas limitaciones, como la falta de una guía clara para la toma de decisiones morales, alta subjetividad y falta de incentivos claros para una vida virtuosa.
- Falta de orientación clara: Primero, los críticos argumentan que el enfoque no brinda una guía clara para la toma de decisiones morales porque no existen virtudes universales. En cambio, cada individuo debe decidir qué virtudes debe perseguir para llevar una buena vida (Swanton, 2010). Tal falta de especificidad puede dificultar la determinación del curso de acción correcto en cualquier situación dada, especialmente si hay valores en conflicto en juego.
- Subjetividad: algunos consideran que este enfoque es demasiado subjetivo y abierto a la interpretación (Hursthouse & Pettigrove, 2003). Dado que los agentes individuales tienen la autonomía para priorizar sus valores sobre las normas sociales o las regulaciones legales, pueden terminar tomando decisiones perjudiciales para su integridad moral o el bienestar de los demás.
- Falta de recompensas obvias por comportamientos virtuosos: los críticos señalan que la ética de la virtud no brinda suficientes incentivos para que las personas actúen de manera virtuosa, ya que no existen recompensas o castigos externos asociados con este enfoque (Hursthouse & Pettigrove, 2003). En cambio, las personas deben tener una motivación intrínseca para comportarse de acuerdo con sus códigos morales.
Conclusión
La ética de la virtud enfatiza el cultivo de buenos rasgos de carácter dentro de las personas en lugar de simplemente evaluar las consecuencias de sus acciones o adherirse a un conjunto de reglas o regulaciones externas.
Esta filosofía tiene sus raíces en el pensamiento griego y romano antiguo y ha influido en el pensamiento ético durante siglos.
La ética de la virtud implica el desarrollo de virtudes como la honestidad, el coraje, la compasión y la humildad y el uso de la sabiduría práctica para tomar decisiones morales.
A pesar de algunas limitaciones, la ética de la virtud sigue siendo un enfoque relevante y popular para la toma de decisiones éticas en muchos contextos.
A través de una cuidadosa reflexión y práctica, las personas pueden utilizar este enfoque para cultivar un carácter moral fuerte y llevar una vida significativa.
Referencias
Armstrong, AE (2007). Los orígenes, desarrollo y principios de la ética de la virtud. Ética de enfermería, 77–94. https://doi.org/10.1057/9780230206458_5
Duignan, B. (2011). La historia de la ética occidental. Publicación educativa británica.
Flores, BJ (2016). La psicología profunda de la eudaimonía y la virtud: pertenencia, lealtad y la corteza cingulada anterior. Variedades de la ética de la virtud, 199–216. https://doi.org/10.1057/978-1-137-59177-7_12
Verde, A. (2016). La ética de la virtud de levi gersonides. Nueva York: Palgrave Macmillan.
Colina, TE (2012). Virtud, reglas y justicia: aspiraciones kantianas. Oxford: Prensa de la Universidad de Oxford.
Hu, J. y Shen, J. (2018). Ética de la virtud: Reflexión y construcción de la educación moral en los colegios. Actas del Congreso Internacional de Educación Contemporánea, Ciencias Sociales y Estudios Ecológicos (CESSES 2018). https://doi.org/10.2991/cesses-18.2018.42
Kinsella, EA y Pitman, A. (2012). Phronesis como saber profesional: Sabiduría práctica en las profesiones. Londres: Sensepublishers.
Sharma, M. (2021). Examen principal de la comisión de servicio público de Assam (APSC): Paquete de estudios de estudios generales 4 y estudios generales 3. Nueva York: Maniram Sharma.
Swanton, C. (2010). La ética de la virtud y el problema del desacuerdo moral. Filosófico Temas, 38(2), 157–180. Doi: https://www.jstor.org/stable/43154586
Timpe, K. y Boyd, CA (2015). Virtudes y sus vicios. Oxford: Prensa de la Universidad de Oxford.
Van Hooft, S. y Athanassoulis, N. (2014). el manual de ética de la virtud. Nueva York: Acumen Publishing Limited.
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